MILAN ANDJELOVIC PULYOZA, nace en Caracas el 28 de febrero de 1967. Su padre Zoran Andjelovic un inmigrante de origen Yugoslavo, experto en telecomunicaciones, su madre Ana Cecilia Pulyoza de Andjelovic, descendiente de europeos-venezolanos, diseñadora de espacios interiores, y su más grande fuente de inspiración en el arte cuando en los paseos de pequeño le llevaba a contemplar el cielo, los colores, la naturaleza, sus texturas. Es el mayor de dos hijos. Durante su infancia, vivió algún tiempo en Yugoslavia; estando en Belgrado su abuelo Misha Andjelovic, lo llevó a conocer las grandes catedrales de Belgrado, como las del Santo Saba y San Peters. Ya, en Venezuela, vio sus días crecer en los albores del Colegio Humboldt, donde realizó su primera obra a los 5 cincos años al crear un cuadro abstracto con creyones de cera al ritmo de la música académica, y con el despertar de su primer amor.
Entre las experiencias y técnicas artísticas que contribuyeron con su formación están dibujo arquitectónico el cual aprendió en el Instituto Zory de Santa Mónica-Caracas, cuando apenas tenía 15 años de edad. Años después Estudió Diseño Grafico mención fotografía en la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas.
Se graduó con honores en la Escuela de Grumetes de la Armada Venezolana y navego durante 3 años a bordo del glorioso (ARV) Buque Escuela Simón Bolívar (Velero AAA) y posteriormente como oficial en Navegación y Meteorología (CAP) de la Marina Mercante; experiencia que pulió su carácter y le llevo a conocer 47 países del mundo; así como distintos lugares, museos, exposiciones y mecas del arte, conociendo en vivo las obras de grandes artistas, que influenciaron su deseo por fusionarse con la energía vital (arte).
Entre Sus maestros destacan: Ana Cecilia Pulyoza de Andjelovic (madre), su maestra de color, Blastimir Petrovic y “Lale Janic”, amigos de la familia que con sus famosas obras le influenciaron profundamente, la artista plástica, ceramista y profesora Martha Cabrujas, quien le mostró las glorias de la cerámica, madera, colores y escultura. En fotografía Nelson Barrios, (Q.E.P.D), quien le dio la oportunidad de ser su asistente de fotografía y realizar trabajos para la revista Prensa Náutica; Gonzalo Martínez (el padrino y mejor amigo) es su gran maestro de fotografía, quien le enseñó técnica, comprensión de la fotografía, el arte y más. Otros artistas que marcaron su vida, fueron los famosos Víctor Vassarelli, Miguel Ángel, Carlos Cruz Diez y Soto, piezas claves para definir su línea de enfoque.
Todos ellos y más contribuyeron a germinar lo que su espíritu autodidacta lo llevó a posicionarse como un artista completo.
En la actualidad está residenciado como diría en sus palabras “en el mejor lugar del mundo: La Gran Sabana”, rodeado de tepúyes, naturaleza y pasión por la madre tierra. Conocer la Gran Sabana, El Abismo y El monte Roraima, fue una experiencia que transformo su vida, el encuentro con la naturaleza y lo que es capaz de enseñar en ausencia de palabras, hicieron de él un amante de lo natural. Allí logró comprender la magnitud de una de sus obras más prominentes, la cual había iniciado veinte años atrás, como lo es “El símbolo del cambio” y la serie de símbolos de geometría sagrada y con los cuales se encuentra fusionando junto a sus obras fotográficas de paisajes panorámicos artísticos. (Arte binario) Se considera un eterno aprendiz, ecologista, amante de la vida y soñador-creador.
Sobre sus proyectos actuales se encuentra el desarrollo de la serie “Honrando a la madre tierra” Son obras de arte fotográficas panorámicas en su mayoría, y que con diversas técnicas de alto rango dinámico y fusión de imágenes especializadas, logra transmitir a quien las observa un lenguaje de códigos de formas y colores que nuestra naturaleza nos brinda permanentemente y el con sus digito herramientas binarias logra plasmar en los distintos formatos en los cuales trabaja.